Por Agustina Boldrini
sociales exhiben lo que se publica en los medios digitales.
El contrato de lectura es un concepto desarrollado por el semiólogo argentino Eliseo Verón. Se trata de un pacto implícito entre los medios de comunicación y los destinatarios.
Este acuerdo es “el lugar donde se constituye la relación de cada sopor te con sus lectores”, define Verón.
El análisis del contrato de lectura permite, de este modo, evaluar la especificidad de un medio y posibilita definir las pautas que establecen el vínculo con su público.
Cuando una persona abre un diario, espera encontrarse con características relativamente estables de diagramación, de tratamiento de la información, de fotografía, de infografía, del orden de las noticias. El lector ingresa a su casa, sabe por dónde moverse.
Desde mediados del siglo XIX, el periodismo gráfico fue adquiriendo su impronta masiva como vía de difusión. Además, fue creando rituales de lectura. El periódico se transformó en el compañero de unos mates en el desayuno, de una mesa de café, de un rato de fiaca en la cama y hasta, por qué no, del baño. Luego, cuando promediaba el siglo 20, se consolidó la tele visión como medio de comunicación y el tradicional contrato de lectura entre el diario y su gen te empezó a mutar.
La prensa gráfica tuvo que transformarse par a atraer al público, que ahora prefería ver televisión y que había abandonado el hábito de leer.
Así, se modificó el formato de los periódicos: se hizo una diagramación más atractiva, se incorporaron más imágenes y el color empezó a ocupar sus páginas. También se hicieron cambios en la manera de construir la noticia. Al haberse perdido, prácticamente, la posibilidad de primicia, se generó un espacio par a la reflexión.
La mera transmisión de información dio lugar al predominio de los análisis, de la profundización de los hechos; se fortaleció el periodismo de opinión, sobre la base de textos argumentativos y de especialistas; se desarrolló el periodismo de investigación.
A finales del siglo XX, la prensa escrita empezó a brindar versiones digitales. En un comienzo, se trataba de una copia de lo publicado en el papel; luego se hacía una edición de los mismos contenidos una vez al día. Hoy, estamos ante el periodismo ciudadano. El público se vuelve autor de publicaciones, aporta datos, envía fotos, multiplica la información al distribuirla por las redes sociales.
La prensa digital tiene su propio contrato de lectura. Los textos extensos abandonaron el podio y los hipertextos (enlaces que nos llevan a otra información) ganaron espacio. Los aportes multimedia suman atractivo y las galerías de fotos cautivan a cualquier lector de paso.
Se consume información desde cualquier dispositivo móvil con acceso a Internet, y las redes sociales exhiben lo que se publica en los medios digitales. El nuevo pacto está firmado, pero quedó abierto para nuevas prácticas comunicativas.
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